Cuando la reflexión del día de un docente en prácticas se dedica a las lágrimas, algo verdaderamente llamativo está ocurriendo en sus clases. La jornada de hoy ha estado marcada por las lágrimas no sólo de las alumnas, sino también de su tutora.
Señalando que no es la primera vez que veo a las alumnas llorar, hoy es la primera ocasión donde la alumna tenía motivos para llorar. Debido a una confusión, la tutora ha increpado a una alumna, que tiene problemas de ansiedad, por un acto que ha realizado.
Verdaderamente, y desde mi punto de vista, la alumna no ha tenido culpa alguna, ni ha cometido ningún error. Por eso, y porque las alumnas están en una etapa de vida muy delicado emocionalmente, la alumna en cuestión a roto a llorar. Sin embargo, he de decir que la tutora ha aclarado su confusión, pidiendo disculpas a la alumna.
Pero no acaba ahí el día. Tras esto, y debido también a todos los problemas familiares que ha sufrido la tutora en esta última semana, ella se ha derrumbado y también ha roto a llorar debido a que ella no ve preparadas las alumnas para realizar unas prácticas profesionales, donde la principal cuestionada en su papel de docente va a ser ella, debido a que es la que imparte los módulos prácticos.
Toda esta tensión que se ha vivido hoy hace pensar en al problema del estrés que sufren los profesores, en la dificultad que conlleva la labor docente con los problemas personales, y que desde la inexperiencia no se aprecia como un verdadero problema.
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