sábado, 12 de marzo de 2011

Viernes 11 de marzo de 2011. El silencio

¿A qué huele el silencio?
Esta pregunta, que recuerda a un conocido anuncio televisivo donde se preguntaba por el olor de muchos objetos, es la que resume el post de hoy.
En una sociedad con clara saturación sonora, el silencio supone un elemento comunicativo (paradójico es llamar elemento al silencio, que es la ausencia de elemento sonoro) de gran valor en la actualidad. Esta importancia, que se da también en la escuela, muchas veces no es utilizada de forma adecuada.

MAL: Está mal cohartar la libertad de expresión obligando al silencio forzado durante el desarrollo de la mayoría de las asignaturas, donde el profesor prefiere mantener el orden al 100% e impedir que el alumnado se comunique, haga trabajos grupales en el aula o realice actvidades prácticas. Esta opción, tomada por muchos docentes impide en muchos casos la creatividad del alumnado.

BIEN: Está muy bien hacer valorar el silencio y no imponerlo, de forma que el alumnado sea consciente de su valor, reclamándolo. Y este es el caso que se ha presentado en el día de hoy. Cuando uno se sitúa en un centro estético, una de las características principales es el silencio roto unicamente por una música tranquila y armoniosa que hace que el cliente se relaje. Por ello, cuando se plantea una práctica en el taller, el docente -la profesora en este caso- indica que el silencio es necesario, pero son las propias alumnas, las que habiendo interiorizado su valor, desean el silencio para el bienestar de las modelos y la mejora del trabajo de ellas como profesionales.

El silencio huele a interiorización.

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